martes, 29 de agosto de 2017

ESPAÑA ¿UNA MONARQUÍA LEGÍTIMA?


Como consecuencia de los atentados últimos en Cataluña se han derivado diversas consecuencias, algunas relacionadas con el hecho mismo y otras entrelazadas con el "procés soberanista" como por ejemplo la presencia y figura del actual rey Felipe VI; se trata de un problema de representación entendiendo que estamos hablando de la jefatura del Estado, pero también se trata de un problema de aceptación social y legitimidad, dado que a pesar de que muchos medios se esfuercen en ello, la figura del rey y de la propia monarquía reaparecen de forma cíclica y constante en el debate político y social, y esto en condiciones de "normalidad" no debería ser así puesto que se está hablando de la forma de Estado.
Respecto a esta última cuestión y atendiendo a la historia contemporánea es cierto que en términos cuantitativos, la monarquía como forma de Estado ha sido la más habitual: si uno se entretiene en cuantificar los años que van desde 1808 hasta el momento actual la monarquía gana por goleada a otras formas de Estado, básicamente la república; aunque a mi modo de entender esto no es una cuestión de años, también se debe valorar el sentido, la trayectoria y la naturaleza de aquella con respecto a esta última, y aquí creo que, si hablamos en términos deportivos, el signo del partido cambia. Me explico.


No nos vamos a remontar al origen de la instauración de la dinastía de los Borbones en España ¡a sangre y fuego!!... Vaya con Felipe V ... "no comment". Situémonos en los inicios del siglo XIX con los coletazos de la crisis del reinado de Carlos IV y el ascenso al trono de Fernando VII "El deseado" (que la verdad, nunca he acabado de entender por quién o qué sería "deseado") que truncó el desarrollo del incipiente liberalismo español decimonónico de forma brusca y las más de las veces despiadada, y aquí podríamos iniciar el desarrollo de las "hazañas" borbónicas con un rey claramente absolutista y con la misión histórica de implantar la revolución iniciada en Cádiz, podemos imaginar el resultado: una guerra civil, la primera guerra carlista que acabó confirmando uno los reinados más cruciales y nefastos de la historía contemporánea de España: Isabel II; esta señora, aparte de sus apetitos sexuales que aquí no procede tratar, reinó implantando un liberalismo doctrinario, claramente conservador y plutocrático, excluyendo en el proceso de configuración del estado liberal a un sector de las clases medias y claramente a las clases populares, con todo lo que ello implicó a corto, medio y largo plazo: a corto plazo la reina fue destronada y se exilió en Francia. Para concluir con esta regia señora, otro "marrón": van dos de dos.

Y seguimos después del "paréntesis" democrático que va desde 1868 a 1874 son la restauración de la dinastía borbónica en la figura de Alfonso XII (otro "preparado") y también de la restauración de un determinado orden social y económico oligárquico y caciquil que había sido puesto en cuestión durante el sexenio democrático. Este orden político, social y económico fue avalado por Alfonso XII y por su hijo Alfonso XIII que para colmo de males dio su beneplácito al primer dictador del siglo XX: Primo de Rivera. Con Alfonso XIII se hizo lo mismo que su abuela, enviarlo a París, eso si bien "forrado", lo que se dice un exilio dorado. Dos "marrones" más, y van cuatro de cuatro. Para resumir, durante todo el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX la monarquía se ha sustentado y ha dado su apoyo a las clases privilegiadas: en aquel momento, las clases populares eran claramente antimonárquicas, pero no por un rechazo "genético" sino más bien por un rechazo a las clases sociales del dinero y sus estructuras políticas 
Cuando se puso en marcha el mayor esfuerzo reformista de la historia de España (II República), unos bravucones y salvajes "militarotes" provocaron una matanza que acabó con una dura y larga dictadura, y vuelta a empezar. No es el objeto de este escrito tratar la época de la dictadura franquista, pero si recordar que la restauración de los Borbones en la figura del actual rey emérito (por cierto cien años después de "aquella" primera restauración) es consecuencia de una ley franquista (1969): "estimo llegado el momento de proponer...como persona llamada en su día a sucederme a título de rey, al príncipe Don Juan Carlos de Borbón y Borbón..." (Franco). Sobran las palabras ¿qué legitimidad tiene una forma de estado que deriva de una dictadura? Para mi, la única manera de legitimarla es someterla a la voluntad popular. 

Si a esta falta de legitimidad de origen le añadimos los antecedentes de la dinastía que brevemente he intentado exponer no nos ha de extrañar el rechazo que en sectores más o menos amplios tiene la monarquía. 
Y ya para acabar, yo quiero mi jefe o jefa de Estado haya sido elegido/a, y además creo que vaya más allá, llegado el momento, de las actividades protocolarias y representativas: hay cuestiones que necesitan de un poder moderador que el actual Felipe VI "El preparado" no puede, no quiere o no sabe ejercer; yo creo que más bien lo primero. En suma, que la jefatura de Estado, en cualquier país o estado de nuestro entorno, ha de venir avalada por una clara representatividad y amplia aceptación social.



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